Esta conmemoración, tiene por objeto que "los jóvenes de nuestro país se reconozcan como protagonistas de su propia historia, sujetos de deberes y de derechos, ejerciendo plenamente su libertad y sus potencialidades, y manteniendo la lucha, siempre interminable, por una patria para todos".
El mundo de hoy es una amenaza para los jóvenes. Un mundo, que como dice nuestro Papa Francisco, coloca al "Dios dinero" en la centralidad olvidando el bienestar de los pueblos.
Sumergidos en la cultura del descarte, en una sociedad que nos margina y profundiza todas sus asimetrías en nuestro grupo social: los jóvenes sufrimos más el desempleo o la flexibilización laboral, la discriminación, la pobreza, el hambre, la falta de oportunidades, la violencia institucional. Todo el tiempo somos empujados al futuro, relegados del protagonismo del presente.
Nuestra voz es disminuida por “falta de experiencia”, como ciudadanos de segunda, pese a que enfrentamos las mismas (o peores) reglas de juego injustas que propone el mundo en que vivimos.
Se impone desde los medios de comunicación una imagen de la juventud asociada con los excesos, las drogas, el alcohol, la delincuencia, la apatía, la conflictividad, la vagancia y la incapacidad.
Al mismo tiempo, se estigmatiza la organización popular. Los ejemplos de solidaridad son aislados y despartidizados, a ideológicos. La política aparece siempre como un lugar sucio, prohibido, del que es mejor alejarse. Rara forma de apoyar la tan demandada renovación de la política.
Frente a la vulnerabilidad en que se encuentra nuestro grupo social, resulta esencial organizarnos en cada ámbito en el que nos desarrollemos como individuos (centros de estudiantes, clubes de barrio, sociedades de fomento, agrupaciones políticas, organizaciones sociales, sindicatos, etc.).
La respuesta a los abusos, la discriminación, la marginalidad y la vulneración de nuestros derechos debe ser colectiva y organizada.
La unidad del campo popular es un imperativo moral de la hora que vivimos y los jóvenes tenemos que formar parte de la organización de nuestro pueblo. Tenemos un papel protagónico en las batallas por la justicia social, la libertad de expresión, el derecho a organizarse y a manifestarse, la ampliación de derechos, la defensa de la educación pública, la custodia del empleo, el combate contra la pobreza y el hambre.
Somos los encargados de alimentar la esperanza de un mundo mejor, de demostrar la alegría de transformar la realidad, de evidenciar el amor de construir junto a otros… como se produce en toda organización del pueblo para el pueblo.
En este Día Nacional de la Juventud, volvemos a decir que el mejor lugar para los jóvenes es la política. Entendida como organización solidaria del pueblo que busca transformar la realidad y construir una patria grande y un pueblo feliz.
Federico García Caffi
Responsable de Educación, Juventud y Derechos Humanos de la Defensoría del Pueblo de Pilar