La hepatitis A es una enfermedad causada por un virus, que afecta directamente al hígado, y se transmite con la ingesta de agua o alimentos contaminados o por contacto directo con una persona infectada.
A diferencia de las hepatitis B y C, la hepatitis A no causa hepatopatía crónica y rara vez es mortal, pero puede ocasionar síntomas debilitantes e insuficiencia hepática aguda, que puede llegar a ser mortal. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Hepatitis A provocó, en 2016 a nivel mundial, 7134 muertes, es decir, el 0,5% de la mortalidad por hepatitis víricas.
El virus de la hepatitis A se transmite principalmente por la vía fecal-oral, cuando una persona no infectada ingiere agua o alimentos contaminados por heces de una persona infectada. En las familias, esto puede ocurrir a través de la suciedad de las manos de la persona encargada de cocinar o de manipular la comida. Si bien la transmisión por agua no es frecuente, cuando ocurre suele estar relacionada con la contaminación por aguas residuales o el abastecimiento de agua insuficientemente tratada. También se transmite por la vía sexual: por sexo anal con penetración o sexo anal-oral, con una persona infectada.
“Las partículas del virus también pueden ser transmitidas a partir de superficies contaminadas como, por ejemplo, tablas y utensilios de cocina contaminados. Por eso es tan importante trabajar en la prevención y concientización, sobre todo, el lavado de manos”, explicó la licenciada en Nutrición (MP 4500), Marilina Suárez, matriculada en el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires.
Y agregó: “Los alimentos y bebidas que más se han asociado a brotes son agua, mariscos y verduras que crecen al ras del suelo. Fiambres, sándwiches, frutas, jugos de frutas, leche, productos lácteos y bebidas heladas también han estado implicados en los mismos”.
Los síntomas suelen incluir fiebre, malestar general, pérdida del apetito, náuseas, vómitos, diarrea, dolores abdominales, musculares y articulares, y coloración amarillenta en los ojos y la piel. También en los primeros días la orina puede aparecer oscura y las heces pálidas. Los infectados no siempre presentan todos estos síntomas.
La infección usualmente es asintomática en niñas y niños menores de seis años, pero luego, al avanzar en la edad, los signos y síntomas se manifiestan con mayor frecuencia. La Hepatitis A se diagnostica con un análisis específico de sangre que puede realizarse en cualquier hospital o centro de salud de todo el país.
No hay un tratamiento específico, sin embargo, ante un diagnóstico positivo, se indica reposo y no realizar actividades físicas en el transcurso de la infección. La nutricionista Suárez también aconsejó “evitar el consumo de alcohol y medicamentos que puedan ser tóxicos para el hígado”. Las formas graves de hepatitis pueden desencadenar fallas hepáticas fulminantes y requerir internación.
La mejor forma de prevención es la vacunación. En Argentina, la vacuna es gratuita y está incluida en el Calendario Nacional de Vacunación: una única dosis al año de vida. En ese sentido, la Hepatitis A, en nuestro país, llegó a causar el 90% de las hepatitis agudas que afectaban a la población pediátrica. Sin embargo, gracias a la vacunación, desde 2007 no se realizaron trasplantes de hígado por falla hepática fulminante debido a infección por virus de la Hepatitis A en este grupo poblacional.
Según el Ministerio de Salud de la Nación, desde su web, recomienda la vacunación para población de riesgo: personas con desórdenes de la coagulación o con enfermedad hepática crónica; personal gastronómico o de maestranza, que maneje residuos y servicios sanitarios; personal de jardines maternales, que asiste a niños y niñas menores de un año de vida; personas que viajan a zonas de alta o mediana endemia; y hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, mujeres trans, trabajadoras y trabajadores sexuales.
Además de la vacuna, como forma efectiva de prevenir la Hepatitis A, el Colegio de Nutricionistas bonaerense recomienda:
▪ Lavarse las manos frecuentemente en forma adecuada, principalmente luego de manipular elementos no higiénicos y siempre antes de preparar alimentos.
▪ Cocinar bien los alimentos, hasta llegar a una temperatura de 85°C por al menos 4 minutos, antes de consumirlos.
▪ En caso de desconocer la procedencia del agua de consumo, hervir el agua durante 3 a 5 minutos y luego dejarla enfriar o bien colocar dos gotas de lavandina concentrada con 55g/l de cloro activo, por cada litro de agua y dejarla reposar 30 minutos antes de consumirla.
▪ Mantener la higiene del ambiente y desinfectar las superficies con agua y lavandina concentrada diluida al 1%.