Muchas veces se cree que saltearse comidas, como no desayunar o no cenar, colabora con la dieta o la buena alimentación. El problema es que estas situaciones lejos están de ayudar a perder peso o controlar la ingesta de calorías. De hecho, son contraproducentes, señalaron desde el Hospital Austral.
Estas “trampas” no sólo perjudican la pérdida de peso sino que además generan frustración, y pueden incluso aumentar el riesgo de padecer enfermedades (hipertensión, diabetes o patologías cardiovasculares).
La Licenciada en Nutrición Silvia Susana Juárez, integrante del staff del Área Internación del Hospital Universitario Austral, explicó que “ahí comienzan las preguntas: ‘¿por qué no pierdo peso si yo no como nada?’, pero cuando empezamos a indagar en la consulta generalmente aparece las ingesta de snacks o bocaditos para ‘calmar el hambre’ o provocar saciedad. Por lo general estos bocaditos son dulces, aunque también pueden ser salados. Lo que los caracteriza es su escaso aporte de nutrientes esenciales, vitaminas y minerales; y por el contrario su alto valor calórico”.
Entre los snacks no saludables más consumidos se cuentan los alfajores, los bocaditos dulces, las galletas con semillas, las medialunas de manteca y el dulce de leche. Por otra parte, entre las bebidas están los licuados o jugos de frutas exprimidos y las gaseosas.
Todos ellos son patrones alimentarios de alta densidad energética que conducen a un incremento de peso en un adulto, más allá de que hay algunos bocaditos que son aconsejados según la edad y la situación de la persona, y por esa razón lo fundamental es siempre consultar a un nutricionista.
“En líneas generales, todos los snacks deben ser ingeridos con moderación ya que, además de azúcares simples, contienen un elevado porcentaje de grasas saturadas no saludables. Y dado que las calorías son solo números, debemos aprender a valorar los nutrientes esenciales, las proteínas, las grasas saludables, el calcio y el magnesio entre otros minerales. Y saber cómo tenerlos en cuenta al momento de elegir ese bocadito que suele mejorar el estado anímico o calmar el hambre”, refirió la Dra. Juárez.
Por ejemplo, si una persona va a comer un asado, la mejor opción es eliminar los “diferentes trocitos de achuras” para en su lugar elegir un trozo más grande de carne vacuna o de cerdo, y disfrutarlo, agregó la especialista.
Lo mismo pasa cuando se piensa que es posible reemplazar un almuerzo por un alfajor: las grasas saturadas y azúcares simples ocultas en esa mínima porción, tienen un alto valor calórico y muy pocos nutrientes esenciales, con lo cual no es una alternativa saludable.
Otro ejemplo es cuando se cree que comer pan es peor que optar por una medialuna o galletitas con fibra, cuando en realidad éstas tienen más grasas saturadas y exceso de azúcares simples.
“Por su parte, el pan solo tiene agua, levadura y harina (hidratos de carbono complejos). Por ende, esa harina puede tener fibras o semillas, pero no grasas saturadas o trans como las tradicionales galletitas o snacks del estilo de las papitas o bizcochitos. Entonces, la opción es preparase unas tostaditas de pan casero y llevarlas al trabajo en un tupper”, recomendó la especialista.
Finalmente, es fundamental evitar los ayunos prolongados producidos por dietas no controladas porque es ahí cuando caemos en las colaciones hipercalóricas como las cucharadas de dulce de leche que se transforman en un pote entero. Y así, terminamos ingiriendo una gran cantidad de calorías vacías y sin nutrientes esenciales.
En cuanto a la hidratación, para la Licenciada Silvia Juárez, “no hay nada como el agua. “Por ejemplo, para hacer un vaso de jugo de fruta exprimido se necesitan 3 frutas como mínimo, y esto significa que ese vaso tiene un alto valor calórico (por los azúcares simples de más de 300 grs. de las frutas), sin que logremos generar la misma saciedad que si comiéramos una fruta fresca entera. Y ni hablar de las gaseosas que no sólo aportan azúcares simples sino también una alta concentración de sodio”, completó la Dra. Juárez.